sábado, 22 de agosto de 2009

Ángeles de la Guarda en Miami


Un año de estos me gustaría quedarme en Miami unos días y conocer la ciudad y su entorno, que desde el aire parecen bellísimos. Lo único que en cuatro años he conseguido ver es la ciudad de noche, las veces que hemos hecho escala nocturna porque el enlace a Managua era físicamente imposible.


Lo mejor de Miami son nuestros ángeles de la guarda. Me refiero a la Miami Dade Police, los policías del aeropuerto que ya son como de la familia. Y no es una frase hecha, que también. Pero es que son abundantes los agentes López en este cuerpo, todos ellos de origen cubano. Es el caso del sargento Jorge López, de quien por casualidad José Miguel se hizo amigo en su primer viaje y desde entonces cuida de nosotros cada vez que llegamos al aeropuerto de la Florida.

Al desembarcar del avión me esperaba otro López, esta vez Eugenio, a quien ya conocía de viajes anteriores. Su ayuda fue impagable, porque me evitó las largas colas en inmigración y aduanas llevándome casi de la mano por los distintos controles, ganando así un tiempo precioso, ya que a las 18:15 partía el vuelo a Managua y, en condiciones normales, iría muy, muy apretado de tiempo.

Cubierto el trámite de la entrada oficial en EEUU, nos encontramos ya con Jorge, vestido de paisano con una de sus típicas camisas que parecen sacadas del vestuario de la serie Miami Vice. La verdad es que le sientan bien y le dan un estilo caribeño. Tras el efusivo saludo y las preguntas de rigor sobre la vida, la familia, los amigos, el trabajo y todo lo que sueles decir en estos casos, pasamos por los mostradores de American Airlines para conseguir mi tarjeta de embarque. No hace falta que diga que me salté la cola, pues Eugenio conocía a una de las empleadas de AA que, amablemente, gestionó con rapidez la petición.

Pues fue tan rápido el trámite que en otras condiciones duraría más de una hora, que nos dio tiempo a tomar un buen café cubano en animada tertulia con varios agentes, todos ellos de origen hispano. Para los amantes del café, el llamado cubano es una delicia y una bomba. Se prepara muy cargado y se sirve en pequeños vasitos del tamaño de un dedal. Con que te tomes dos ya vas servido de cafeína para un buen rato. Delicioso.

Pasó rápido el tiempo con la conversación amena. Jorge me anunció que en septiembre viajaría de vacaciones con su esposa María a España, y que pasaría por Santa Pola para visitar a José Miguel y poder compartir un rato algo más largo que el que nos permitía esta escala. Como anécdota de este momento, le hice entrega de un peluche de la mascota del Campeonato del Mundo de Fórmula Windsurfing que Santa Pola organiza el mes que viene, el simpático “Wind” que despertó la sonrisa del resto de compañeros.

A eso de las cinco y cuarto llegó el momento de la despedida, pues debía embarcar al vuelo a Managua, quedando en volver a vernos a la vuelta el próximo 30 de agosto. Eugenio volvió a acompañarme para pasar el control de equipajes y me dejó sano y salvo en la puerta D37 donde esperaría el acceso al avión. Intenté recompensarle modestamente con un llavero de “Wind”, insignificante como regalo, pero con un valor sentimental importante para los santapoleros por eso del mundial.

Una vez sentado en la puerta de embarque, no quedó más remedio que esperar más de media hora de retraso para acceder al avión, que en esta ocasión iba bastante vacío, lo suficiente como para elegir asiento de ventanilla sin molestar a nadie. En dos horas y media estaría por fin en Managua y respiraría ese ambiente húmedo y ese olor a madera quemada que lo caracteriza.

2 comentarios:

  1. Ayyy, enchufao!!! No te tomes muchos cafés cubanos, que luego la cafeína provoca estragos.
    Y con Wind, vayas donde vayas.

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